«—Hoy me pesa mucho el mundo, Alfredo —le respondió Emily con tristeza»: El mapa de los afectos: Ana Merino
«profundas estatuas desnudas
entre inteligibles promesas de sábanas,
susurros sin encontrar un cuerpo
donde recaudar auroras.»
Tengo la memoria rota sin ti
«Yo no quiero morirme todavía», me dijiste. A Tere Remiro, que se fue el 24 de julio, sin el eco del último silbo
***
Entro en el matadero de la Memoria
por el pecado de invocarla y arrepentirse,
y me agrieto como un papel amarillento,
estrazade trazos en la áspera frente.
Por la tarde se oía hablar al olor de los miedos
—esa paz oculta de los muertos sin morirse—,
alos libros estirándose abiertos
y al diccionario de Latínen vela.
Agazapado por la oscuridad de unos ojos exhumados
por la noche, silbo de un jardín sin delicias,
recluyo ahora en este enclaustramiento mis brazos,
donde cada vez echo más de menos vuestra ausencia
bajola agotada sombra del níspero:
aquella mano que me ahuyentaba el miedo,
el hombro donde dormiría un rato,
el suspiro cansado de un beso,
la voz a ti debida, en suma, de vida.
El campo donde despiertan los pájaros,
las palmeras arreciadas por octubre,
un beso el olor a tierra firme
sin el eco del último silbo.
Pero ahora, en verano,
con el frío de la piel a tiras
por tu muerte,
detrás de otro amanecer en custodia
donde recaudar auroras,
desfilan los silencios por las esquinas de los semáforos.
En el cuerpo,la indiferente soledad del agua,
contra la tarde ámbar de bruces,
herida, afligido,bramaaguaceros y rocas.
Esta ansiedad dando rugidos,
el hambre de sus dientes
encerradala angustia mordiendo
entre las entrañas de la nuez del Tiempo.
—Hoy me pesa mucho el mundo, Ramón,
pero yo no quiero morirme todavía,
escribiste en las paredes del alma.
El campo donde despiertan los pájaros
y este silbo de jardín sin delicias.
